Se vuelve gracioso con el tiempo, aunque ya no me río. Gracioso porque pude ver, desde un ángulo que no pedí, y que al final me favoreció, el cambio. Y dicen que el cambio es bueno, pero yo ya no sé.
Se vuelve gracioso como creces, viendote a ti mismo como algo en específico, y a medida que pasa el tiempo, vas cambiando, pero sin poder recordar que cambiaste; piensas, o sientes que las mismas cosas te gustaron siempre, y que eres de personalidad fuerte, cuando la verdad es que apenas se está trazando la linea en ti. De pequeños para mi eran una nube gris, a todos los veía de la misma manera. Nada había cambiado hasta hace poco, que les dediqué un poco de tiempo, y pensé en todo. Absolutamente todo, como hacía años que no lo hacía. Y me reí, mucho, al ver cuanto habían cambiado. Lo mucho que ahora estaban definidos, a comparación de un año. Y yo se que es tonto, pero me tomó por sorpresa el cambio, porque haberles dado la espalda por 1 minuto, ¡y mirense! Todos ahora son pequeños adultos, ahora todos saben qué les gusta, y qué quieren ser, cuando antes solo veían el futuro borroso, y no tenían mucho claro. Sale a la formación el que solía correr más rápido en clase de gimnasia, a tener tendencias depresivas, y escribir para desahogarse, cuando antes solo le interesaba correr. La chica que todos veían comerse los mocos, un día se quitó la camisa, y todos pudieron admirar dos grandes ¡TEMORES! despuntando en su pecho, y como caminar encorvada los había ocultado (derechos reservados a la frase del poema), y la repentina atención la enderezó como su hubiesen atravesado una vara de metal en su columna. O la que vieron vomitar en segundo grado de repente, y que todos creían santa, cabe decir, había quedado supuestamente embarazada, para luego darse cuenta que no había sido más que un mal susto, ¡uno, dos! todos en línea, la superficial pasó a leer libros de Gabriel Garcia Marques, y la rechazada comenzó a salir con el bonito del lugar. Una comenzó a usar drogas,el otro a fumar. Les empezó a gustar el rock, y la mayoría aparecó un día hablando ingles, pero ¡firmes! todos ustedes cambiaron. El muchacho que, de ser el más listo, pasó a interesarse en otras cosas, y antes de darse cuenta, el tiempo se lo había tragado, y tuvo que repetir curso. Los vi llegar, los vi irse, los vi reír, los vi llorar. Pero me descuidé por 1 minuto, 1 solo minuto, y mírense. Todos para mi eran eso, el corredor, la niña de los mocos, la qué vomitó, el superinteligente, y al abrir mis ojos, al darme la vuelta de nuevo veo mucho más allá de un monton de gente que de repente dejé atras.
Y con algunos mantuve contacto, otros a veces los veo por ahí. Algunos ya se marcharon muy muy lejos, y me olvidé de sus nombres. Y a veces, en noches como esta, me pregunto como me verán a mi, quienes me verán.
A veces eso me mata de la curiosidad.