viernes, 31 de diciembre de 2010

Bye

Los fines de año me ponen pensativa siempre. Ya tengo 16 años, jóvenes e inexpertos, pero son 16 años de recuerdos (quizás un poco menos) que me acompañan siempre.

Normalmente en las nada extrañas ocasiones en que miro atrás, lo hago a poco tiempo. Es decir, sólo me fino en el curso de este año que se acaba (o en su defecto, que está corriendo), o en el pasado. Me limito ahí, porque son los recuerdos más recientes. Esta noche por alguna razón me dio por mirar muchísimo más atrás. A cuando era una niñita.

Y entonces vi una chiquitica, flaca (porque siempre lo he sido), insegura, callada y tímida, que se sentaba al final del salon, y hacía todas sus tareas. Vi una niña sin amigos, miedosa, víctima de innumerables burlas, ligeramente inteligente, y sola. Solitaria y sola. Y no pude sentir más que lástima. Y unas ganas incontrolables de abrazarla, aunque esa niña fuera una retrospectiva de mi misma, porque cuando era pequeña me hubiera gustado que alguien me abrazara.

Abandonando eso, me vi un poco más grande. Y no muchas cosas habían cambiado. Seguían burlándose de mí, seguía siendo insegura, miedosa y sola. Iba creciendo poco a poco, y pasaba por todo, con ningún apoyo más que el de mí misma. Hubo personas en mi vida, eso es innegable, personas que quisieron ayudarme, pero siempre tuve esa mala costumbre de callarme las cosas. Y ahora veo que estuve sola porque no pedí ayuda. Jamás le dije a nadie que no lo supiera, que la gente se reía de mi, por ser muy flaca, por ser muy alta, por ser muy fea, porque mis dientes estaban torcidos, porque mis cejas eran muy gruesas, porque mi cuello era muy largo, porque mi risa era horrible. Porque si algo me avergonzaba más que todas esas cosas, era contar que de mi se burlaban por todas ellas.

Y como olvidarlos... los últimos tres años. A veces me sorprendo de lo diferente que soy ahora. De como esas burlas me moldearon, y las cosas que me afectaron tanto, me hicieron quien soy. Y eso no es malo del todo. Sigo siendo flaca (y fea, ¿para qué mentir? Después de todo soy yo la que me veo todas las mañanas al espejo). Sigo siendo insegura. Mis dientes siguen torcidos, mi cuello sigue siendo largo, mi y mi risa sigue siendo horrible.

La única cosa, la que realmente me dolía más que todas esas, es la que ya no está. Y esa es estar sola. Llevo muchísimo tiempo sin estar sola, y darme cuenta de eso a veces me toma desprevenida, y me echo a llorar. Y doy gracias por el curso que todo tomó en mi vida. Cosas que me parecieron horribles al principio, al final me trajeron a donde estoy hoy, y pusieron a mi lado a quienes estan conmigo. Y puedo decir plenamente que me sabe a mierda todo lo demás, porque estoy acompañada.

Es esa sensación que dan los perros callejeros, cuando alguien los adopta, se convierten en los más leales: Así sucede conmigo (Oh bite me, no conseguí una comparación menos dramática que esa para expresarme), porque me doy cuenta de cosas que la mayoría ignora. Y a veces creo que eso me hace demasiado sensible. Pero me da igual.

Hoy, por este año que se va, le digo adiós a esa niñita que me mira de tan lejos, y le deseo la mejor de las suertes.