miércoles, 14 de octubre de 2009
Ojos de perro azul
“Y entonces me senté, me senté y recordé que olía como olía cuando había soñado con él. Entonces me acerqué al mostrador de la tienda, abandonando mi cómodo asiento, y le dije al dependiente 'ojos de perro azul'. El me miró y sonrió, diciendo 'Esos ojos son los que usted tiene, señorita' y luego le dije que así me decía el muchacho con el que llevaba años soñando. Me miró extrañado y se dio la vuelta. Entonces me arrodille, y en una pálida baldosa de la tienda de drogas, raye aquella frase que tanto me obsesionaba, con el carmín que cargaba en mi bolso. 'Ojos de perro azul', y el dependiente me dijo 'Señorita, ha ensuciado el piso' y extendiendo un pañuelo raído, agregó 'ahora límpielo'. Así que me tumbé en el suelo, y pasé toda la tarde limpiando la baldosa, y repitiendo, a veces en mi mente, a veces a voz en cuello 'ojos de perro azul', aun cuando se congregó la gente en la entrada, diciendo que estaba loca”
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