El dolor es un fragmento no deseado de la felicidad. Sin saber definir que es la felicidad, podemos darle mil y un nombres, formas, tamaños, sentidos, colores, olores, estados al dolor. Nonos gusta, pero terminamos buscándolo, directa o indirectamente, nos rompemos en miles de piezas pequeñas, pisoteadas una y otra vez, y tropezamos con la misma piedra postrada en nuestro camino cíclicamente, como si nos probara, y la verdad es que jamás logramos pasar la prueba. ¿Por qué?
jueves, 29 de abril de 2010
Dolor, dolor, dolor
Right here empty with you.
“Las hojas caen siempre de la misma manera “se repetía. Siempre convencida de que la vuelta era la misma, el sentimiento no evolucionaría como un tumor maligno, eludiendo cualquier posibilidad de cura, no lo haría, o eso creía. La verdad para ella era la única, siempre sentarse en el mismo sitio, piernas cruzadas, a escuchar el murmullo alrededor, a reírse de alguna broma que en realidad no le causaba gracia, a mirar por encima de su hombro buscando una respuesta, un si, un no, un tal vez, hasta un no lo se le bastaría para poder aliviar el brinco de su corazón, la caída de las hojas, que siempre era igual, porque que las hojas caigan esta bien. El buscar su mirada disimuladamente no, porque tenían que esconderse, y esconderse es malo, porque significa que haces algo malo, algo vergonzoso. Y sabia que ella lo veía así, y le dolía un poquito porque para ella no era ninguna vergüenza, podría mirarle por siempre, siendo observada también, y no se sentiría ni un poco incomoda. Y sentada en su mismo sitio, el olor de la tierra húmeda le recordaba días pasados en los que no le importaba ensuciarse, cuando la verdad era que ahora solo se sentaba ahí a ver pasar el tiempo, llorando porque se le escurría de entre los dedos como agua. Y entonces escuchaba sus pasos, y se la encontraba jugando, y de nuevo las hojas cayendo igual, y no podia evitar sonreír al escucharla riendo, mirándola correr, y entonces ella se volteaba, encontrándola, y mirándola, y podía sentir que su vida estaba completa.
lunes, 26 de abril de 2010
Still alive
Abrí mis ojos, aunque no tenía ganas de ver el día. Me bajé de la cama, sintiéndome pesada; no tenía ganas de bajarme de la cama. Caminé, me arregle, con la misma intransigencia de cada mañana, el mismo frío, la misma pesadez, aunque no tenia ganas de caminar, arreglarme con la misma intransigencia de cada mañana, sufrir el mismo frío, sentir la misma pesadez. Escuché a mi madre hablar de mis uñas, no tenía ganas de escucharla hablar de mis uñas. El recorrido, paulatino, la mañana, tan solitaria como siempre, el día, monótono, la noche, pacífica. Y de todo esto no tenía ganas.