A veces se preguntaba si podría soportar las sensaciones que ahora, y de nuevo, le asaltaban en las noches.
No podia prevenirlas, no estaba en su poder. Y era inevitable, porque siempre pasaba cuando debía ir a dormir.
Solo se acostaba ahí, en la cama, a mirar el techo como solía hacerlo siempre, y sobrevenía un ataque antes de darse cuenta.
Y de repente abría sus ojos, y se sentía atada, inmovilizada, no tenia control alguno sobre su cuerpo. Sentía acostada sobre hielo, helada, siempre helada, parecía ser la única constante en su pesadilla. Algo se le había sentado en el pecho, pero ella solo podia ver sombras en su cuarto, bailando, alargándose terroríficamente, al compás de alguna tonada que ella no podia oír. Solo podia escuchar a veces pasos, distantes, con eco, tacones quizás, zapatos de hombre, fueren lo que fueren, era de alguien pesado, porque el sonido retumbaba y le hacia doler los oídos. No podia moverse, no podia gritar. De la punta del cabello al último dedo del pie, había perdido toda sensibilidad, reemplazada por un hormigueo, como cuando se duerme alguna articulación, y el frío, que siempre estaba ahí. Avanzaba el tiempo, le parecían horas de estar ahí, inerte, indefensa, enterrada viva, y sus ojos, eran lo único que podia controlar, como una amenaza burlona, sería testigo de su propia destrucción.
Se trataba de mover, rezaba, en vano, no salía de su ‘ensoñación’. Le habían puesto nombre a quienes les había contado de lo que le pasaba a veces, pero ella no creía eso, no sabia que creer. Solo sabia, y lo sabia cuando ya estaba ahí, es que irse a dormir era malo para ella, cuando estaba así. Nada la ayudaba, solo pasaba.
Y se sentía impotente, y algo se reía de ella, estruendosamente, y era el eco más doloroso que el resonar de los zapatos. Piso de madera, podia olerla, podia escuchar los pasos, en un retumbar que solo podia ser de esa superficie, en un cuarto totalmente vacío. Pero ahí estaba ella, en su habitación, con sus cosas, donde nunca había habido eco, y e preguntaba si se estaría volviendo loca.
Y antes de darse cuenta, se había terminado, y el ataque de ansiedad regresaba cuando hacía de nuevo el vano intento de dormir.
Y el frío. La estaba volviendo loca.
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