miércoles, 23 de diciembre de 2009

A long long time ago...

Nudillos de nuevo contra la puerta. Ella estaba en su cama, vestida, esperando a su novio; planeaban estar juntos, y resolver algunos asuntos del colegio.

Y sin embargo los golpes le parecieron extrañamente familiares, a pesar de ser la primera vez que de él los oía. De las pocas veces que había ido, él usaba el timbre.

Ignorando aposta el porque, siguió de largo hacia la gran puerta marrón, en vez de asomarse por la ventana, y ver quien era; ya lo sabía. Sus pasos vacilaban. ¿En serio estaba tan dispuesta a verle de nuevo?

No, porque no era él; no podía ser él. Sus dedos ya temblaban cuando sujetó la llave, y casi no pudo descorrer el cerrojo. Y abrió la puerta.

Largos cabellos negros, cavilantes entre liso y ondulado fue la primera cosa que se dignó a ver. Una sudadera de Begemoth, un jean roto hasta las rodillas. Unos converse, le pareció raro, raras veces lo vio con converse, y su rostro. Pálido, nostálgico, como quien ve un fantasma del pasado, mirándole a los ojos. Contuvo su respiración. Por alguna razón, la reja estaba abierta. Seguramente su mamá olvidó cerrarla nuevamente.

Le vio sonreír suavemente, y sintió su corazón golpear su pecho fuertemente... después de todo, aun no le había dejado atrás.

Sus manos temblaban el doble. El estaba ahí, frente a ella, solo mirándole. Se veía tan frágil, tan débil; como si en cualquier momento fuera a romperse en 1000 pedazos. En cambio, una de sus manos se alzó, enredándose en su propio cabello; estaba nervioso.

Cavilante, pronunció las únicas 3 palabras que sintió capaces de sonar más allá de su mente.

-¿Qué haces aquí?

A pesar de la rudeza de las palabras, sonaron con dulzura, involuntariamente.

-Pensé que no querrías verme... Pero quería verte - lo incómodo era extraño entre ellos dos, pero en ese momento sintió que el aire podría cortarlo con una navaja.

Su cuerpo se movió contra su voluntad, apartándose. Su espalda golpeó la pared, pero ni siquiera lo sintió. Y él dio dos pasos (si, dos, pudo contarlos) y entró con lentitud y miedo, a la casa que conocía tan bien.

Con un suave movimiento ella cerró la puerta, no atreviéndose siquiera a pronunciar palabra, y él, a una distancia prudente, solo la miraba. La miraba como quien mira su más valiosa pertenencia, su cuaderno favorito, algo de mucho valor. Una mezcla entre tristeza, nostalgia y amor. Y ella nunca sabría cuando amor él le tenía, cuanto le había cuidado, y cuando daño le había hecho sin quererlo. Y cuanto lo lamentaba.

-¿Cómo estás? - preguntó. Él solo la miró. Se atrevió a avanzar más de lo que ella le permitía, y sus dedos se rozaron, recordando en ambos el chispazo que sentía cuando sus pieles se tocaban.

-Mejor... ahora mejor, creo - y ella no pudo evitar sonreír como bobalicona. Él dio un paso más, pero para alejarse. Se recostó de un mueble, quedando a menos de metro y medio y medio, frente a frente. Su respiración estaba agitada; demasiado.

Ella frotó sus ojos con las palmas de sus manos.

De nuevo lloraba.


viernes, 4 de diciembre de 2009

El atajo de la señora Todd.

"Pero lo que yo creo es que toda mujer desea en el fondo de su corazón ser una especie de diosa; y los hombres, captando de esa idea sólo un eco deformado, nos ponen en un pedestal. Sin embargo, lo que un hombre percibe no es lo que una mujer desea. Lo que una mujer desea es la libertad. La libertad de estar de pie, si le apetece, o de caminar... O de conducir. Eso es algo que los hombres no ven. Piensan que lo que una diosa quiere es tumbarse en una ladera de las colinas del Olimpo y comer fruta; pero eso no tiene nada de divino. Lo que una mujer quiere es lo mismo que quiere un hombre: una mujer quiere conducir."

El Olimpo será un arrobo para los ojos y para el corazón, y no falta quien lo anhele y, quizá, quién encuentre el camino que lleva derecho hasta él; pero yo conozco esta ciudad como la palma de mi mano,y ni por todos los atajos de todas las carreteras del mundo podría dejarlo jamás. En octubre, el cielo del lago, sin ser ningún arrobo, es bastante claro, pendes nubes blancas que se mueven lentas. Yo me siento aquí en el banco, y pienso en ella, y no forzosamente con el deseo de estar donde está, pero sí, a veces, echando de menos el gusto por el tabaco.

martes, 1 de diciembre de 2009

Careless Whisper



This man has something that really keeps me from falling. I don't know, maybe is the tattoo.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Circles and cycles.

¿Dónde estaba? No podía… no podía recordar nada. ¿Cómo había llegado ahí? No sabía, no recordaba.. No podia recordar su rostro, pero debía buscarle. Eso hacia ahí, tenía que encontrarlo, encontrar su pequeño cuerpecito, débil, contra la luz de alguna cosa que iluminaba su camino, pero que ella no veía.

¿Dónde estaba?

¿Ella o él?

Él.

¿Dónde estaba él?

Y ella estaba descalza. Y sus pies se encajaban a medida que caminaba, sobre algo mas que arcilla fría, fría por la noche. El olor de moho, y grama le llenó la nariz, mezclado con el de la tierra sobre la que caminaba.

Y sus pies descalzos comenzaron a doler. A quejarse de que caminase por algún sitio, donde aquellas tortuosas cadenas de metal no se clavasen en la planta, como lo hacían. No había manera posible de evitaras, estaban por todas partes.

Llegaron a parecerles monstruos, amorfos, desgarbados, enfermizos, que se habían materializado en el suelo, para en cualquier momento comenzar a moverse, y rebanar la piel ya malograda de sus pies.

Sus pobres pies. Y no podía recordar porque había decidido llegar ahí en pijamas. Ni siquiera sabía si había sido su decisión.

Solo sentía como el camisón de tela blanca ondeaba a medida que daba pasos, sobre sus muslos pálidos, a la luz de algo que iluminaba, pero que ella no podía ver, ni recordar su nombre.

Tampoco recordaba el nombre de quien buscaba. Pero sabía que buscaba exactamente, aunque no veía, aunque no recordaba aunque no sentía nada más que las filosas puntas que sobresalían en la tierra frente a ella, alineadas hacia adelante, como guiándole el camino, clavándose en sus pobres pies descalzos, que no podía evitar.

Por inercia su cabeza viró a la derecha, buscando algo de terreno libre, donde sus pies pudieran sentir el alivio de un piso plano.

Un enredajo de musgo, hierba, o algo que no podía ver, porque era de noche, era oscuro, y había decidido salir sin linterna en pijamas, o no decidido, y entre eso, cadenas, más de esas siniestras cadenas que bajo sus pies lastimaban, enredadas en su cuerpecito. Su pobre y pequeño cuerpo, descansando sobre una maraña de musgo y estas malditas cadenas, asesinas ahora, que ella veía con horror, sin contraer su cara en una mueca de llanto, sino simplemente observando. Mirando como parecía que hubiese estado gateando, por la manera en que los pantaloncillos de blue Jean (o algo que no podía ver), estaban rasgados en las rodillas, y como sus manitas (manos muertas) estaban heridas.

Aunque sabia que habían sido esas malditas cadenas bajo sus pies, que lo habían atrapado, luego de haber estado caminando ahí, como ella misma lo estaba haciendo, descalzo, a oscuras, quizás también sin poder recordar que hacia ahí, o a donde iba, pero que sabia que buscaba algo que realmente no tenia la certeza de que podría estar ahí, ya que nada tenia sentido, cuando ellas, las cadenas, se habían tensado, y aferrado a todo él, y habían jalado hasta hacer jirones su piel, y que el dolor lo desvaneciera por completo.

Y eso era todo lo que había quedado de él, ese pequeño y frágil cuerpecito a su derecha, enredado en el metal que se clavaba bajo sus pies a cada paso.

Y una luz blanca pasó frente a ella.

Not a monologe of a twisted mind.

So, here we are again, huh? How have you been doing Janie? Sort of a weird day...

Yeah, I know. I can't stop lying, but I can't tell them the truth either. So what am I supposed to do?

I know that too. I have a serious mental illness, that needs to be treated, but I'm just too coward to speak it loud.

I can't try it, Janie, you know it better than anybody. You've been there too, and I'm trying not to step on your steps. Maybe that way, I'll find a way out.

What? No, you know that's too much. Janie, what's wrong with you tonight? You keep telling me to do the things you adn I know will drive me into disaster.

But... well, it's true too. I'm inside a hurricane, but it can get worse, and we don't want that, right?

Right. So go, Janie, find me a solution. Cause you can, can't you?

I know you can... I know.

You're so fucking good.

I know you know it, but I can't get tired of saying it.

What do you mean?

Maybe... Now that you bring it, I have never thought about it, and we consider the truth what we only check on the surface...

Maybe I am idealizing you... Really.

No... You're right. I ALWAYS... Sorry, sorry. WE always think on every possible way.

But... what's that supposed to mean? That there's no way out?

Must be a freaking trick, Janie, or we haven't tried anything.

Yeah, I'm sure is that.

On the remaining time, let's cherish it.

Again, always right. Thank you, Janie.

Have a good night.


sábado, 14 de noviembre de 2009

La señorita Emilia.

La Dama de los Lupinos vive en una casita con vista al mar. Entre las rocas alrededor de su casa, crecen flores moradas, y color de rosa. La Dama de los Lupinos es chiquita y viejita. Pero no siempre fue así. Ella es mi tía abuela, y me lo contó.
Hace muchos años ella era una niña. Se llamaba Carmen Emilia y vivía en una ciudad junto al mar. Desde el primer escalón, se podía ver los muelles y los altos mástiles de los veleros.

Hacía muchos años, su abuelo había llegado a América en un gran barco de vela. En su taller hacía mascarones de proa para los barcos y tallaba indios de madera para poner enfrente de las tiendas de cigarros. Porque el abuelo de Carmen Emilia era un artista. También pintaba cuadros de veleros y de tierras lejanas al otro lado del mar. Cuando estaba muy ocupado, Carmen Emilia lo ayudaba a pintar los cielos.

En las noches, Carmen Emilia se sentaba en las piernas del abuelo y escuchaba sus cuentos de tierras lejanas. Cuando los cuentos terminaban, Carmen Emilia le decía:
-Cuando yo sea grande, también voy a visitar otras tierras, y cuando sea vieja, también voy a vivir al lado del mar.
-Eso está muy bien, mi pequeña Emilia.dijo su abuelo-, pero hay una tercera cosa qeu debes hacer.
-¿Qué será? -preguntó Carmen Emilia.
-Debes hacer algo para que el mundo sea más hermoso.
-Está bien -dijo Carmen Emilia.
Pero no sabía que podía hacer. Carmen Emilia se levantó, se lavó la cara, tomó el desayuno, fue a la escuela, volvió a casa e hizo sus tareas.
Y muy pronto, creció.

Entonces, mi tía abuela Carmen Emilia, salió a hacer las tres cosas que le había prometido su abuelo. Dejó su casa y fue a vivir a otra ciudad lejos del mar y del aire salado. Allí trabajó en una biblioteca, desempolvando libros, evitando que se mezclaran, ayudando a la gente a encontrar los que buscaban. Y también ella leía los libros de la biblioteca; algunos contaban de tierras lejanas.
La gente la llamaba la señorita Emilia.

Algunas veces iba al invernadero que quedaba en medio del parque. Cuando entraba en los días de invierno, el aire caliente y húmedo se enrollaba alrededor de ella, y el perfume de los jazmines llenaba su nariz.
-Esto es casi como una isla tropical -dijo la señorita Emilia-, pero no del todo.

Entonces, la señorita Emilia se fue a una isla tropical de verdad, donde la gente tenía guacamatas y monos amaestrados. Caminaba por largas playas, recogiendo bellos caracoles. Un día, conocio al Bapa Raja, rey de un pueblo de pescadores.
-Debes estar cansada -le dijo-. Ven a mi casa y descansa.
La señorita Emilia entró y conoció la casa del Bapa Raja. El recogió un coco verde y le hizo un hueco para que la señorita Emilia pudiera beber el agua dulce. Al despedirse de ella, el Bapa Raja le regaló una concha de madreperla donde había pintado un ave del paraíso y las palabras: "Siempre estarás en mi corazón".
-Tú también estarás en mi corazón -dijo la señorita Emilia.

Mi tía abuela Carmen Emilia escaló altas montañas donde la nieve nunca se derrite. Atravesó junglas y desiertos. Vio leones jugando y canguros brincando. Y en todas partes encontró amigos que nunca olvidaría. Finalmente, llegó a la tierra donde crecen los lotos, y allí, bajándose de un camello, se maltrató la espalda.
-Qué tontería -dijo la señorita Emilia-. Bueno, ciertamente he conocido tierras lejanas. Tal vez ya sea hora de encontrar mi lugar junto al mar.
Y así era. Y lo encontró.

Desde el porche de su nueva casa, la señorita Emilia veía el amanecer; veía al sol cruzar los cielos y brillar en el agua; y lo veía ocultarse lleno de colores en las tardes. Sembró semillas de flores en la tierra pedregosa para hacer un pequeño jardín entre las rocas que rodeaban su casa. La señorita Emilia era casi totalmente feliz.
-Pero todavía hay una cosa que debo hacer -se dijo-. Tengo que hacer algo para que el mundo sea más hermoso.
-¿Pero qué? El mundo ya es bastante bueno -pensó, mirando hacia el océano.

Esa primavera la señorita Emilia no se encontraba muy bien. Su espalda la estaba molestando otra vez, y tuvo que quedarse en cama casi todos los días.
Las flores que había sembrado en el verano habían crecido y florecido, a pesar de la tierra pedregosa. Las podía ver desde su ventana: azules, moradas y color de rosa. -Lupinos -dijo la señorita Emilia contenta-. Siempre me han gustado mucho los lupinos. Ojalá pueda sembrar más semillas este verano para tener más flores el año próximo.
Pero no pudo hacerlo.

Después de un recio invierno, llegó la primavera. La señorita Emilia se sentía mucho mejor. Ahora podía salir a caminar otra vez. Una tarde, salió y subió a la colina, donde hacía tiempo que no iba.
-No puedo creer lo que veo -dijo al llegar arriba. Porque allí, del otro lado, había una gran mancha de lupinos azules, morados y color de rosa.
-Fue el viejto -dijo mientras se arrodillaba encantada-. Fue el viento que trajo las semillas desde mi jardín hasta aquí. Y los pájaros deben haber ayudado.
Entonces la señorita Emilia tuvo una gran idea.

Corrió a su casa y sacó sus catálogos de semillas. Mandó a pedir cinco barriles de semillas de lupinos.
Todo ese verano, con los bolsillos llenos de semillas, la señorita Emilia paseó por praderas y colinas, sembrando lupinos. Esparció semillas por las carreteras y los caminos. Las dejó caer alrededor de la escuela y detrás de la igleria. Las lanzó entre las cañadas y las paredes de piedra.
Su espalda ya no le dolía.
Alguna gente la llamaba la Viejita Titiriloca.

Cuando llegó la primavera, había lupinos por todas partes. las praderas y colinas estaban cubiertas de flores azules, moradas y color de rosa. Florecían a los lados de la carretera y los caminos.

Habían manchas luminosas alrededor de la escuela y detrás de la iglesia. En las cañadas y entre las paredes de piedra, crecían las bellas flores.
Y, finalmente, la señorita Emilia habían hecho la tercera cosa, la más difícil de todas.

Mi tía abuela Carmen Emilia, la señorita Emilia, ya está muy viejita. Su pelo es muy blanco. Todos los años hay más y más lupinos. Ahora la llaman la Dama de los Lupinos. Algunas veces, mis amigos se paran conmigo frente a su reja. Quieren ver a la viejita, tan viejita, que sembró de lupinos las praderas. Cuando nos invita a entrar, pasan en silencio y lentamente. Ellos creen que es la mujer más vieja del mundo. A menudo, nos cuenta cuentos de tierra lejana.
-Caundo sea grande -le digo-, yo tambien voy a visitar tierras lejanas, y luego regresare a casa a vivir junto al mar.
-Eso está muy bien, mi pequeña Emilia -me dice-. Pero hay una tercera cosa que debes hacer.
-¿Qué será? -pregunto.
-Debes hacer algo para que el mundo sea más hermoso.
-Esta bien -digo.

Pero todavía no sé qué puedo hacer.


sábado, 31 de octubre de 2009

Halloween.

Menos comercial que la navidad, más aburrido que NADA.
En serio, odio las festividades, sean o no paganas u_u
Tenía mucho tiempo sin actualizar el blog, espero pronto poder escribir, en serio lo necesito...


viernes, 16 de octubre de 2009

Si y no.


Miró por encima de su hombro, sonrió, la beso. Sonrió de nuevo, y se marchó.
Qué facil es pasar de la dicha al dolor, con una palabra elegida equívocamente.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Ojos de perro azul

“Y entonces me senté, me senté y recordé que olía como olía cuando había soñado con él. Entonces me acerqué al mostrador de la tienda, abandonando mi cómodo asiento, y le dije al dependiente 'ojos de perro azul'. El me miró y sonrió, diciendo 'Esos ojos son los que usted tiene, señorita' y luego le dije que así me decía el muchacho con el que llevaba años soñando. Me miró extrañado y se dio la vuelta. Entonces me arrodille, y en una pálida baldosa de la tienda de drogas, raye aquella frase que tanto me obsesionaba, con el carmín que cargaba en mi bolso. 'Ojos de perro azul', y el dependiente me dijo 'Señorita, ha ensuciado el piso' y extendiendo un pañuelo raído, agregó 'ahora límpielo'. Así que me tumbé en el suelo, y pasé toda la tarde limpiando la baldosa, y repitiendo, a veces en mi mente, a veces a voz en cuello 'ojos de perro azul', aun cuando se congregó la gente en la entrada, diciendo que estaba loca”

sábado, 10 de octubre de 2009

Janie.

Use your smile as a noun, and I'll think like a verb :)

viernes, 9 de octubre de 2009

Navidad.

Se asió a su cadera fuertemente. Ella jaló la cadena que le había regalado, jalandolo hacia su rostro. Pegó su frente contra la de ella, compartiendo sus respiraciones, su aire. Todo.

- Te estás helando. -
- Es navidad... -

Una sonrisa melancólica curvó sus labios. El solo la miró, compartiendo su nostalgia.

- Nuestra primera navidad... -

- Pero...- dijo ella contrariada. - Nos conocemos de hace tres años, es la tercera... -
-Shh...Esta es la primera que compartimos, y lo sabes. -
-Si... lo se. -

Presionó sus labios firmemente contra los de ella, asiendo mas aun ese hueso prominente. El maullido de su gato los sacó de su burbuja. Él estiró una de sus manos y le acarició, mientras ella pasaba sus manos por su espalda, de repente sintiendo muchiísimo sueño.

- ¿Quieres dormir? -
- Contigo. -

Un trueno, la lluvia, el frío y la oscuridad. Eso para ellos era Navidad.

Yellow.

- ¡Feliz cumpleaños! –
- Hijo de puta –
- ¡Ese es el espíritu! –

Lo hacía solo por verla enojada, sabía que ella odiaba los cumpleaños. Uno más, uno menos, le daba igual. La familia de la que nunca sabía, aparecía telefónicamente, para la consulta repetitiva de los años pasados. Cosas como ¿cómo estás?, ¿cómo la estás pasando?, ¿Qué te han regalado?, y otro montón de preguntas que no tenía ánimos de responder.

Saco un cigarrillo de la caja, y lo encendió para ella. Sabía que ella detestaba encenderlos por sí misma. Aspiró y se lo entregó, y ella con manos temblorosas, dio una calada profunda.

Él, mientras tanto sacó un poco de marihuana, y la encendió también.

- Ugh. Te dije que aquí no –
- No lo notarán, tus padres regresan pasado mañana, para ese entonces se habrá ido el olor – culminó dando otra calada.
- ¿Estás tenso? –
- No. ¿Por qué habría de estarlo? –
- No lo se –

Apartó el cigarrillo a su mano izquierda, y estiró la que tenía libre hacia él. - Dame –
- Creí que ya lo habías dejado – le dijo mientras se lo entregaba.
- Yo pensé lo mismo –

Inhaló profundamente el tan conocido aroma, cerrando sus ojos.
El cigarrillo se consumía solo entre sus dedos. Él tomó una almohada, y se acostó, apoyándose en esta, sobre las piernas de la chica, que estaba sentada en posición de indio sobre la cama. Ella solo lo observó acoplarse a su forma.

Comenzó a mover la pierna que tenia alzada sobre la cama, al ritmo imaginario de una canción que solo el conocía, de la que el solo sabría.

Sus miradas se cruzaron y la ceniza consumida del cigarro cayó sobre la sabana.

- Mierda – se lamento. La recogió entre sus dedos delicadamente, para no quebrarla y hacer un reguero, pero algo punzó su corazón, y la hizo, de un impulso, aplastarla hasta hacerla añicos.

- ¿Qué haces? – preguntó él.

- No lo se. – sacudió sus dedos, limpiándose, mientras calaba una última vez la droga, y se la devolvía. Contuvo el aliento, aun con los ojos abiertos, mirando algún punto muerto delante de ella. Y soltó el humo por la nariz, impregnándose de este.

Hizo un ademán de levantarse, y el chico se quitó.

Ella se levantó de la cama, posando ambos pies sobre el piso de la habitación. Comenzó a caminar lentamente, bajo la atenta mirada del que la acompañaba en ese momento, de un lado a otro, con una mano en la cadera, y la otra suelta, a un lado de su cuerpo.

Sus ojos se aguaron, y su cara se contrajo levemente en una mueca, tratando de recordar, o tratando de olvidar. Eso era lo que la marihuana le hacía, y repentinamente se acordó de porque la había dejado. Su respiración estaba agitada. Sintió una punzada en la sien, aviso de que tendría dolor de cabeza en poco tiempo. Y él solo observó

- Realmente no me gusta esto de los cumpleaños. – repuso finalmente, rindiéndose, y dejo caer el cigarro no fumado a piso de la habitación, aplastándolo con su zapato, aliviando de alguna manera, el dolor de su vida.


13/04/2009.

miércoles, 7 de octubre de 2009

.

- ¿Te acuerdas de mi?... El cabello un poco mas largo, algo más rojizo, mis uñas ahora son blancas y mis labios siguen igual de secos... vivo en el mismo lugar, a lado de la casa abandonada, el mismo lunar, en el mismo sitio, voy al mismo bar para ver si asesino mis noches, y entra una nueva cara, y en desear encontrarte se me gasta la vida...

y tú no apareces por ninguna parte.

lunes, 5 de octubre de 2009

Kindness.


Solve your own problems, and then try to solve mine.

lunes, 28 de septiembre de 2009

13.


Y cada noche sigo pidiendo clemencia.
Cada noche me arrodillo en la cama, y trato de no cortar mi lengua a mordiscos. Trato de no llorar. Trato de no dejar mis uñas clavadas en las palmas de mis manos.
Pero es imposible. Te amo.
Le pido a alguien, a nadie, que me ayude. Que no me deje, que por mas terca que sea, mas arrogante que pueda resultar, que o me abandone, porque las fachadas son fachadas, solo eso. Frente al verdadero huracan, volaran cual hoja de papel.
Y cada noche sigo pidiendo clemencia.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Wonderwall

I said maybe you're gonna be the one that saves me.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Blue... and you.

La puerta, la maldita puerta que parecía querer ser derribada por un par de puños rudos, maleducados.

Se tapó la cabeza con la almohada, sin importarle que estuviera boca abajo, que su rostro estaba de lleno hundido en las mantas sobre las cuales se había acostado tras no poder sobrellevar su flojera. Trató de conciliar el sueño, seguir donde lo había dejado, cuando lo había visto a los ojos y le había dado un hosco ‘Muévete Allman’, recuerdos… De esos que se quedan en la memoria por siempre, por que de eso dependen. Recordó el momento en que lo había conocido, por que y lo que había sucedido después… Lo que no había sucedido.

Se dio la vuelta al sentir que el aire le faltaba y se acomodó sobre su espalda, buscando calmar su respiración, corriendo por la falta de oxigeno.
Un relámpago lo hizo abrir los ojos y el sonido cayó después, irritando sus tímpanos. Se sentó en la cama, notando que el cristal se su ventana se cimbraba estruendosamente, el agua entraba silenciosa por el espacio que siempre dejaba abierto en las noches. Se levantó adormilado aun, maldiciendo en susurros y llegó hasta la ventana, las cortinas abiertas estaban mojadas.

-Perfecto…- dijo abriéndolas más para ver a la calle, oscura excepto por las farolas en los postes que apenas se contenían a la lluvia.

Observó algunos árboles altos moviéndose y escuchó el sonido del viento que le heló hasta los huesos. Cruzó los brazos dándole algo de calor a su cuerpo y observó como el agua corría en la calle, algún desagüe estaría atascado.

Suspiró suavemente sabiendo que tendría que ir a meter a su perro a la casa.
Sus padres y su hermana habían salido a una playa cercana por el fin de semana por lo que el se hacia cargo de la casa.
Vio la figura de alguien que deambulaba en la calle de enfrente. No le prestó atención y cerró la ventana y las cortinas.

Se puso sus tenis después de buscarlos durante varios minutos y se puso una camiseta, pues estaba semidesnudo y no quería enfermarse, su salud era muy débil.

Salió de su cuarto y recorrió el familiar camino hasta la cocina. El agua se había metido y le rebasaba los talones. Gruñó molesto y abrió la puerta que daba al patio. Vio con horror como se inundaba mas su casa, el agua corría en todas direcciones mojándole los pies.

-Ay no!- gritó aun mas enojado pero decidió dejarlo así y salir a buscar a James. –James!- gritó la lluvia y el viento se le pegaban el la ropa, no podía escuchar su propia voz. –JAMES! HIJO DE PUTA!- gritó desgarrándose la garganta. El jardín estaba demasiado oscuro y normalmente el perrito lo veía y corría hacia el. –Coño!- vio la reja de metal abierta.

Se metió a la casa de nuevo, buscando una lámpara y una chamarra en un armario cuando tocaron a la puerta más fuerte de lo que habían tocado en sus sueños.

-¿Quién?- preguntó algo inseguro ¿Quién podría estar ahí a esa hora? ¿Con esa lluvia…?
-Yo, Bert!- escuchó la voz animada tras la puerta.

Quinn abrió, topándose con su mejor amigo, empapado, en sus jeans y su hoodie negra, tiritando de frío pero con una gran sonrisa.

-¿Qué haces aquí? -
-Se dieron cuenta de que estaba drogado… Me mandaron al carajo… Después de que yo lo hice, claro- dijo sin bajar la mirada ni parpadear siquiera.
-¿Tomaste algo?- preguntó el, sabiendo cual seria la respuesta.
-Cristal… Estuve solo en la tarde y…-
-Te inyectaste hasta que llegaron tus hermanos?-
-Si…-
-Pásate- lo haló y cerró la puerta.

Entraron a la casa.

-Te quedaste sin luz-
-Eso ya lo se- dijo dándole la espalda y buscando una linterna. -¿No has visto a mi gato? - Le preguntó, encharcando todo el piso de la cocina. Su pantalon de pijama se empapó en las puntas, enfriandole los pies. Sacudió una de sus piernas.
-¿Qué haces?- preguntó Bert con curiosidad.
-Nada Eddie-
-Cállate… Cody- se acercó y metió la cabeza al compartimiento, buscando lo que fuera que Quinn buscara. -¿Qué haces?-
-Busco una puta linterna por que a mi perro se le ocurrió escaparse- dijo con un dejo de hostilidad. –Tú te quedaras aquí y te darás una ducha-

Bert se separó.

-¿Para que ocupas una linterna?- preguntó con una mirada inocente digna de un niño.
-Por que…- se incorporó con una linterna amarilla en la mano -… No se donde este, esta lloviendo y esta…- volteó a verlo pero no lo encontró. -¿Bert?- miró a todas partes –Bert!- caminó –Bert ¿Estas en el cuarto?!- miró a todas partes de nuevo –Ni se te ocurra querer asustarme…!-

La verdad era que temía que se hubiese ido, no lo quería vagando solo y drogado en las calles… Y no quería estar solo el, especialmente esa noche.

Tocaban a la puerta laminada de la cocina. Con alivio vio la figura esquelética de su amigo al otro lado y haciendo olas con sus pies se acercó hasta allá y le abrió.

-¿Don..? JAMES!- le quitó al cachorro labrador de las manos y lo abrazó con fuerza. -¿Dónde lo encontraste?- le preguntó al cerrar la puerta. Bert se dejó caer en una silla -¿Qué tienes?-
-No se…- dijo comenzando a temblar mas –Creo que no me siento bien- dejo caer la cabeza en la mesa.

Quinn se apresuró a tocarle el cuello.

-Estas ardiendo estupido ¿No te dije que no te salieras?!-
-Te esta hablando James- dijo Bert ahogadamente sin incorporarse.
-Cállate!- Quinn le pegó en la nuca y Bert se levantó de inmediato.
-¿Pero por que?- le preguntó con ojos llorosos, agarrándose la parte golpeada.
-Por que no me haces caso!- dijo apretando al perro contra su pecho –Vamos arriba!- exigió y dejó la cocina. Bert lo siguió.
-¿No vas a recoger?- preguntó siguiéndolo y mirando como el agua iba subiendo de nivel.
-No!-
-Eso de ser ‘el hombre de la casa’ te hace daño…-
- Estabas dormido - dijo con sorna.
- Eso hago a las 3 de la mañana - respondió, en el mismo tono. Sonrió de nuevo e hizo su camino a las escaleras. ¿No vienes? -
- Pensé que tenía prohibido acercarme a ti cuando estuviera drogado - dijo.
- Puedo dejarlo pasar. Tienes que ducharte o morirás.

Él sonrió.

- ¿Trajiste tus cosas? -
- ¿No te dije que no me abrieron? -
- No me refería a tus cosas, sino a tus cosas - aclaró, mirando hacia las tan conocidas marcas en sus brazos.
- Se acabaron. Lo juro. -
- Anda a ducharte tonto -

Lo siguió hasta su cuarto.

-Quédate quieto… - le dijo Quinn al cachorro –Esta nervioso… ¿Me pasas una toalla?- le pidió mas tranquilo sujetando al perro que se retorcía en sus brazos.

Bert fue al cajón donde Quinn guardaba sus toallas y sacó una.

-Hey…- dijo acercándose al perrito, que lloraba desconsolado.
-Siempre se pone así cuando llueve-
-Pues si, debe sentirse solo allá afuera…- dijo Bert comenzando a secarle las orejas mientras Quinn lo sostenía.
-Pero ya esta adentro! ¿Por qué es tan dramático?- dijo comenzando a ponerse nervioso el también.
-Es igual que tu, Quinn ¿De que te quejas?- dijo Bert tranquilo.

Quinn lo miró con enojo.

-No me veas así, yo solo digo la verdad- le dijo con una sonrisa tierna. Quinn no pudo evitar devolvérsela. –Ahora dámelo, para secarlo bien-

Se lo pasó y el perrito se calmó casi instantáneamente. Se sentaron en la cama, sin decir nada, tan solo con el ruido de los truenos y la lluvia, el viento y la oscuridad.

Bert estaba dedicado a secar al cachorro mientras que Quinn se arremolinaba en el mismo sitio, nervioso… Sus razones desconocidas, escondidas, pero no podía evitar sentirse así.

Era el efecto normal de Bert… Esa paz que compartía y exudaba no dejaba de intimidarlo y volverlo loco. Se llenaba de pánico, de pesadumbre, y de tonterías en la cabeza.

-Listo- dijo con una sonrisa y lo acarició mientras el cachorro se acomodaba entre los dos.
-Perfecto, ahora dormirá en mi cama- dijo Quinn sin levantar la voz.
-¿Quieres callarte?- le dijo Bert embelesado viendo al animal. Quinn se mordió los labios. -¿Ves? Así ya se quedó dormido-
-Cada vez estas mas dañado ‘McCracken’- dijo levantándose de la cama.

Bert lo miró sonriente.

-Admite que de no ser por mí estarías cagado de miedo… O perdido afuera, arrastrado por la corriente-
-Gracias a Dios que llegaste Bert!- gritó Quinn y lo abrazó, apretándolo demasiado y levantándolo del piso.
-Quinn!-

Lo soltó y le dirigió una mirada mordaz.

-Si quieres me puedo ir…- repuso Bert igual de serio.

Quinn le dio la espalda murmurando cosas que en realidad no pensaba y sacó una toalla del cajón que Bert había dejado abierto. Se volvió para verlo al lado de la puerta, mirándola insistentemente.

-Te vas a resfriar y ya tienes fiebre, idiota- le dijo Quinn yendo hacia el y al tenerlo cerca de estampó la toalla al pecho. –¿Crees que amaneceras bien estando enfermo? Dúchate-

Bert curvó sus labios paulatinamente en una sonrisa sincera, tomando las manos del rubio entre las suyas. Pestañeó varias veces mientras dejaba las manos de Quinn y pareció volver a la realidad.

-Mejor me baño, tengo fiebre de verdad- dijo.

Quinn sonrió con un profundo sonrojo en las mejillas.

-Si- le dijo y lo dejó pasar al baño.


Quinn se dejó caer en la silla de su escritorio, con semblante serio, molesto tal vez…
Observó la puerta por la que Bert se había ido, y analizó la posibilidad de irse y dejarlo ahí. Frustrado volvió la mirada a su cama donde James dormía cómodo.

Suspiró. Un suspiro lamentándose. Lo escuchó abrir varios cajones.

-Cierras esos cajones!-
-Si cariño!- contestó Bert gritando, causando que el sonriera en silencio y para el mismo. -No tardes!-

Hundio su cara en sus manos, frotando sus cansados ojo suavemente. No figuró cuanto tiempo había pasado, ni siquiera escucho el grifo cerrandose.

-Ya- Bert había salido ya, con una toalla azul atada a la cintura, su media melena negra estaba goteando en el piso.
-Ay Bert- dijo Quinn riéndose.
-¿Qué?-

Quinn sacó otra toalla y se la puso en los hombros.

-Busca ropa, yo ahora salgo- le dijo y se metió al cuarto de baño.

-Cariño, creo que tu cachorro quiere conmigo! - grito Bert, haciendo que Quinn soltara una carcajada.
Quinn conservó esa sonrisa hasta que abandonó el cuarto. Salió y vio a Bert sentado en la cama, con la espalda en la pared. Le sonrió suavemente y Bert hizo igual.

-Me gusta el cabello- dijo Quinn sincerándose mientras sacaba algo de ropa del closet.

Bert se había teñido el cabello unos días antes, para el gusto de Quinn que se lo había decolorado casi el mismo día.

-Lo se, capullo- le dijo Bert riéndose suavemente.

Quinn se quitó la toalla y la puso sobre el escritorio, comenzó a vestirse, vigilando de reojo a Bert, que dormitaba sobre su cama. Terminó y se dirigió a la cama, el pelinegro tenia al cachorro en su estomago.

- ¿Quién te dio permiso de ponerte mis calcetines favoritos? - preguntó, fingiendo seriedad.
- Tú tienes puestos los amarillos, asi que no puedes quejarte. -
- Ajá, ¿y si me diera frío y quisiera ponermelos en las manos? -
- Sobrepasarías tu límite de idiotez -
Quinn se rió histéricamente y se dejó caer en la cama.
-Eres un pendejo!- dijo, rojo hasta las orejas y con lagrimas en las mejillas. Bert se inclino para besarlo, ante la sorpresa del rubio. El contacto, suave, delicado, le hizo olvidar que él estaba drogado hasta que se separaron. Bert se rió igual hasta que comenzó a toser. Quinn se incorporó mirándolo preocupado y sin saber que hacer. James se despertó y se fue hasta sus pies de nuevo.

-Bert!-

Estaba poniéndose morado.

-Puta madre!- gritó Quinn histérico mientras Bert intentaba decirle que se calmara. –Bert! Vamos al hospital!-

Bert se quedó callado un momento, esperando pasar bien el aire a sus pulmones y en cuanto lo logró estallo en una carcajada.

-No te rías!-
-Parecías una niña Quinn, en serio!-
-Cállate!-
-Necesitas relajarte mas, hombre-
-Y tú tomar las cosas más en serio-
-Pues hasta ahorita no me ha hecho falta…-

Se recostó completamente, cerró los ojos de inmediato sintiéndose mareado y con un gran dolor en la parte izquierda de la cabeza.
Quinn lo miró, esperando verlo levantarse o abrir los ojos buscándolo pero no lo hizo.
Se recostó también y lo miró un largo rato.

Bert tosió un poco y comenzó a temblar quedamente, Quinn tocó su frente. Estaba muy caliente.

-Mierda…- susurró.
-¿Quinn?- dijo Bert en un quejido, sin abrir los ojos.
-Aquí estoy-
-Tengo frío- suavemente, se quejaba.

Quinn se levantó y buscó una manta. Al encontrarla volvió a la cama y lo cubrió hasta la cintura.

-¿Ya?- se recostó de nuevo.
-No… Abrázame-
-¿Eh?!-
-Estoy jugando, idiota-
-Ah…-


Quinn nunca sabría cuan en serio lo había pedido.

jueves, 24 de septiembre de 2009

24

No puedo evitar mirar el reloj y que duela. Duele por el vacío que dejaste, lo que te llevaste a la fuerza.

Tener un apoyo es bueno, pero eventualmente se va. Y cuando se va el cuerpo se tambalea, buscando esa costumbre, se estremece recordando, se enfría. Y duele. Duele como si hubiese recibido la peor de las golpizas, el peor de los castigos. Y en cierta parte es un castigo. Porque el cuerpo se lo merece.

Segundos arrastran mi respiración con ellos. No les discuto, seria inútil. No lo acepto tampoco. Solo lo lamento, solo lo veo desde afuera, inevitable. Solo observo detenidamente como, con el paso de los días, el pulso de un corazón desaparece lentamente, como si sintiese que en algún lado, otro se esfuma lentamente, y lo acompaña en la dolencia.

Imposible detener el tiempo. No quisiera hacerlo tampoco. Creo que posiblemente porque si lo hiciera, solo te congelarías a mi lado.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Horizontes y torniquetes

Ahora nunca lo sabrás, pero me hubiera gustado que vieras lo que yo veía. Te lo perdiste porque a quien mirabas era a mi.

Naufragio.



Let's sleep 'til the sun burns out.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Whatsername.


I remember the face but I can't recall the name. Now I wonder how whatsername has been.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

UUUUUUUUUUN AÑOOOOOOOOOOOO
UN AÑOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
UN AÑOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
<3

martes, 15 de septiembre de 2009

Marzo.


Old times always seem to be better ones.

La verdad es que aunque miremos paraatras, y digamos "Vaya que antes era felíz, ¿qué me pasó?", mas adelante, miraremos de nuevo, y nos veremos ahora. Y con seguridad diremos "¿Qué me pasó?".

lunes, 14 de septiembre de 2009

I can't take my eyes of you.


Until I found somebody.

Onaji.


Otra noche sentada frente al computador, una melodía, un recuerdo, y dos fotografías, para mantener presente que nuestro tiempo ya pasó.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Sobredramáticos.

Use your smile as a noun and I'll think like a verb.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Me gustaría...

Me gustaría.

Me gustaría encontrar a alguien como tú, ¿sabes? Alguien igual de justo, amable, cariñoso, respetuoso. Alguien con la misma forma de pensar que tú. Alguien que tenga las capacidades y las debilidades que tienes tú.

Pero no te quiero a ti. No me gustaría tenerte a ti. El tiempo, las circunstancias y nosotros mismos nos han vetado alguna posibilidad. Y se que tú no querrías.

Por eso me gustaría encontrar a alguien como tú. Alguien con esa misma sonrisa. Con esos ojos que con tanto amor me mirarían, con tanto esfuerzo me cuidarían. Alguien con esa forma de escribir, con tu mente, tus problemas, tu dolor.

Solo quiero que ese alguien parecido a ti me ame. Quisiera que ese alguien me abrazara y me prometiera que todo va a estar bien. Que ese alguien limpie las lágrimas que resbalasen por mi mejilla, y que ese alguien calmase mis labios temblorosos con un beso.

Quisiera que ese alguien me dedicase canciones, poemas, palabras sinceras. Que ese alguien se sentara horas sin fin a verme tocar en el piano, canciones que secretamente le dedicaría. Quisiera que ese alguien me corrigiera los errores, me abrazara cuando tuviera miedo, me calmara al estar alterada. Quisiera que ese alguien fuese la luz en el túnel.

Pero por sobre todo, quisiera poder amar a ese alguien. Abrazarle cuando necesitase mi ayuda. Quisiera que ese alguien fuese la persona a la cual mi sonrisa le alegrara el día. Quisiera poder decirle ‘te amo’ a ese alguien. Poder reírme contra su boca, tener su mano para tomarla, sus ojos para mirarlos. Me gustaría cerrar mis ojos y que todo esto acabase. Solo cerrarlos y contener mi respiración.

Me gustaría encontrar a alguien como tú.

Me arrepiento. Eso creo.

Uh... cuantas cosas arrastra el viento a mi. Cuando mis manos entumidas buscan tu calor. Cuando esos días que pasabamos juntos, se reproducen en mi mente, esta vez en blanco y negro, muy borrosos... muy lejanos.
Es casi imposible rememorar todos y cada uno de ellos, pero tú y yo siempre sabremos cual fue el mejor de todos. Porque debí haber hecho algo, pero ya hice suficiente.

Darme cuenta de que no estas aqui, duele. Duele porque pense que no te perdería. Porque no le veía fin. Y porque por encima de todo, lo evitaba, por miedo. Miedo a esto precisamente.

No por miedo a tí.

Esos días que el cielo era mas azul. Todo brillaba. Me acuerdo que todo en ese entonces me molestaba, todo era tan perfecto, era casi irritante. Porque nunca vi una verdadera felicidad, hasta que no estuviste más aqui. Y hoy me arrepiento de haberle visto lo malo, porque para estos días grises ya no hay color. El buscarte ya no es una opcion, solo la ansiedad. Necesitar de algo que ya no esta. No hay nada peor. Porque hoy que mis manos entumidas buscan tu tacto familiar, no encuentran nada.

La primera vez que lo hciieron me di cuenta.

Aunque no la vi, estuve en ella.

Me arrepiento...

Llorando en una gran ráfaga de viento, y deseando simplemente por tu felicidad, son lo mismo. El mismo cielo comenzara una vez más mañana, aun cuando no estes aqui.

Deseandole un poco de indulgencia al Dios en el cielo, vagabundeando en un sueño. ¿Ese sueño sin fin mostrara mis ojos llenos de sus deseos?

Parada en medio del mar, haciendo un gran alboroto, y pensando en ti mas alla de mi toque es lo mismo. Lo mismo comenzara de nuevo mañana, aun si contengo mi respiración.

Llorando en una gran ráfaga de viento, y deseando simplemente por tu felicidad, son lo mismo.
Parada en medio del mar haciendo un gran alboroto, y pensando en ti mas alla de mi toque, es lo mismo. El mismo cielo comenzara de nuevo mañana, aun si contengo la respiración.

Closer.

"I don't love you anymore"
"Since when?"
"Now. Just now. I don't wanna lie. But I can't tell the truth. It's over."
"Doesn't matter. I love you. Nobody matters."
"Too late. I don't love you anymore. Goodbye. Here's the truth. So now you can hate me. I preferred you. Now go."
"I knew that."
"You knew?"
"I needed to hear it from you."
"Why?"
"I had to hear it from you."
"I'd never told you because I knew you'd never forgive me."
"I would. I have. "
"Why did you test me?"
"Because I'm an idiot."
"Yes. I would have loved you... forever. Now please go."
"Don't do this. Talk to me."
"I'm talking. Fuck off."
"No, I'm sorry, you misunderstand. I didn't meant to-"
"Yes you did."
"I love you."
"Where?"
"What?"
"Show me. Where is this love? I... I can't see it, I can't touch it. I can't feel it... I can hear it, I can... hear some words but I can't do anything with your easy words. Whatever you say, it's too late."
"Please don't do this!"
"It's done. now, please go or... I'll call security."
"You're not in a strip club, there is no security."
"Fuck you."
"Why!?"
"You weren't there!"
"You're a liar."
"So?"
"Who are you!?"
"I'm no one! Go on, hit me. That's what you want, hit me fucker!"

I can't take my eyes off you.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

El cambio será más sutil. Será más calmado. Menos drástico. Lo drástico jamás es bueno.
Pensaré. Y cuando me vaya, no me iré, supongo. Por no pensar antes, tuve que desviarme del camino.

Pero, ¿al final qué tiene de malo? Nunca está de más improvisar.


There goes my hero. Watch him as he goes:)

1, 2, 3

De nuevo un estado de desprendimiento total, cada vez que se acerca esa fecha. Supongo que algún día lo superaré, dejé de sentir hace un rato, pero supongo que es reacción natural.

En fin, creo que pasare estos días haciendo nada en absoluto, porque ganas no tengo.

lunes, 7 de septiembre de 2009

SBSC


Me pones especialmente estúpida :)

domingo, 6 de septiembre de 2009

I got to breathe.


You can step aside me when the world comes down.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Waddayasay!?

Hablemos de que mi celular se quedó en una escalera por 45 minutos, en un centro comercial, y al regresar aún estaba ahi. Si, puedo decir que soy afortunada.

Hoy precencié la decadencia humana. Un señor de edad avanzada fue asaltado por un muchachito, no mayor de 20 años. Un poco triste.

Salí con Ana, y entre wazaah, chip-a-cookie, y unos 13 videos de locura, fue un buen día.

Creo que tengo que reconsiderar el estar más atenta a las cosas, pase todo el día pensando que algo se me olvidaba, y hasta este punto no sé que es.

Love you.

viernes, 4 de septiembre de 2009

I'll leave

when the wind blows.